Sin duda el embajador de la gastronomía berciana. El botillo se compone de carnes troceadas de costilla, rabo y espinazo frescos de cerdo. Una vez troceadas, se da paso a su adobo con pimentón, sal y ajo. Tras una maceración de 24 horas, se embute en tripa natural de cerdo. De aquí pasa un breve período de secado antes de ser ahumado, donde el humo de leña de roble le dará a este suculento manjar la fuerza y el sabor que le ha llevado a presidir nuestras mesas desde tiempos ancestrales.
 
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